Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral en Estambul, Turquía: opiniones del Prof. Dr. Serdar Kabataş, MD, PhD(C)

Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral en Estambul, Turquía: opiniones del Prof. Dr. Serdar Kabataş, MD, PhD(C)
Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral (PC) en Estambul, Turquía

Comprender la parálisis cerebral y el papel de la terapia regenerativa

Por el Prof. Dr. Serdar Kabataş, MD, PhD (C)

Una perspectiva personal

Soy el Prof. Dr. Serdar Kabataş, neurocirujano con más de veinte años de experiencia trabajando con pacientes afectados por enfermedades graves del cerebro y la columna vertebral, desde traumatismos y tumores hasta trastornos congénitos en niños. A lo largo de estos años, he aprendido que la medicina tiene tanto que ver con la humildad como con la habilidad.

Cuando empecé, creía que la precisión y las largas horas de trabajo podían resolver casi cualquier cosa. Pero la medicina te enseña lo contrario. Descubres que por cada paciente al que puedes ayudar de forma espectacular, hay otros a los que solo puedes ayudar un poco, y a veces ese poco lo es todo.

La parálisis cerebral es una de esas afecciones que nunca se me van de la cabeza. He visto crecer a niños en salas de terapia, a padres reconstruir sus vidas en torno a un progreso lento pero constante: unas pocas palabras más claras, un pequeño paso que antes parecía imposible.

Eso es lo que me llevó hacia la medicina regenerativa, especialmente los tratamientos basados en células madre y exosomas. No sustituyen a la rehabilitación, sino que la amplían.

Le dan al sistema nervioso algo poco común: una segunda oportunidad para reorganizarse, recuperarse y, a veces, sorprendernos. He visto a niños luchar contra cuerpos que no obedecen a sus mentes, y a padres que pasan las noches buscando una forma más de ayudar. La medicina tradicional nos ha dado la rehabilitación, la cirugía y la medicación, todas ellas importantes, pero a menudo llegan a un punto en el que ya no pueden avanzar más.

Por eso me volqué en los tratamientos con células madre y ahora con exosomas para la esclerosis múltiple: no para prometer milagros, sino para abrir nuevas posibilidades donde antes no las había.

Lo que realmente significa la parálisis cerebral para las familias

Cuando las familias vienen a verme, lo primero que suelo escuchar es silencio. Miran a su hijo, luego a mí, y en algún momento entremedio surge la pregunta: «¿Las cosas mejorarán alguna vez?».

La parálisis cerebral no es una sola enfermedad; es una historia que comienza temprano, a veces incluso antes del nacimiento, cuando el cerebro en desarrollo sufre una lesión. El daño no se extiende, pero los retos crecen con el niño. Los músculos se tensan, hablar requiere esfuerzo, las tareas sencillas se convierten en largas lecciones.

A lo largo de los años, he sido testigo de la fortaleza que se esconde en estas familias. Madres que se aprenden de memoria todas las terapias, padres que levantan a sus hijos día tras día sin quejarse, hermanos que maduran demasiado pronto. La parálisis cerebral transforma la vida de toda la familia, no solo la del niño.

Dónde puede comenzar la parálisis cerebral: los «orígenes» en lenguaje sencillo.

Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral Estambul, Turquía

Cuando explico las causas a los padres, intento trazar la cronología de la parálisis cerebral:

  • Antes del nacimiento (prenatal):
    Problemas con la placenta, infecciones maternas graves (por ejemplo, CMV, toxoplasmosis), ciertas afecciones genéticas o metabólicas, o malformaciones durante la formación del cerebro. A veces no se «hizo nada mal», simplemente el cerebro se desarrolló bajo estrés.
  • Alrededor del nacimiento (perinatal):
    Falta de oxígeno/flujo sanguíneo durante un parto difícil (lesión hipóxico-isquémica), parto muy prematuro con materia blanca frágil (leucomalacia periventricular) o hemorragia en el cerebro del recién nacido. La ictericia grave (kernicterus) también puede dañar los centros motores profundos.
  • Después del nacimiento (periodo posnatal temprano):
    Las infecciones graves (meningitis, encefalitis), los accidentes cerebrovasculares, los traumatismos craneales o las convulsiones prolongadas durante los primeros meses pueden dejar secuelas motoras permanentes.

Muy a menudo, no hay una única causa clara, sino una combinación de riesgos. Y sí, en muchos niños nunca encontramos una explicación perfecta. Esa incertidumbre puede ser difícil, pero no cambia lo que podemos hacer a continuación.

Cómo clasificamos el CP y cómo se manifiesta cada tipo en la vida real.

Clasificamos la parálisis cerebral según el patrón de movimiento que observamos y las partes del cuerpo más afectadas. Las etiquetas nos ayudan a planificar la terapia, pero nunca sustituyen al niño que tenemos delante.

1) Parálisis cerebral de tipo espástico: «rigidez que te impide moverte».

Esta es la forma más común. Las señales que deberían relajar un músculo no llegan correctamente, por lo que los músculos permanecen tensos y se resisten al movimiento.

  • Cómo se manifiesta: piernas en forma de tijera, caminar de puntillas, codos rígidos, rango limitado de movimiento de cadera/rodilla/tobillo. Los movimientos parecen costosos, como si el cuerpo estuviera trabajando contra sus propios frenos.
  • Dónde se encuentra:
    • Diplegia espástica: piernas > brazos (típica tras una prematuridad extrema).
    • Hemiplejía espástica: un lado más afectado (a menudo accidente cerebrovascular perinatal).
    • Cuadriplejia espástica: las cuatro extremidades y el tronco (más grave, a menudo con dificultades para hablar y tragar).
  • Lo primero que notan las familias: desgaste desigual de los zapatos, postura de puntillas, dificultad para abrir la mano.

2) Discinética (atetosa/distónica) de la PC: «movimientos que no se detienen».

La «caja de cambios» del movimiento (ganglios basales) resultó dañada, a menudo por kernicterus o problemas graves de oxigenación. El tono fluctúa; los movimientos son retorcidos, espasmódicos o repentinos y pueden empeorar con el estrés o la excitación.

  • Cómo se manifiesta: tono variable, flexible en un momento y rígido al siguiente; movimientos involuntarios de la cabeza y el cuello; muecas faciales; dificultad para controlar el habla, incluso cuando los pensamientos son claros.
  • Lo primero que notan las familias: el niño puede moverse, pero no controla bien los movimientos; «flojo» como un bebé, luego «retorcido» cuando hace esfuerzo.

3) Parálisis cerebral atáxica: «el sistema de equilibrio es ruidoso».

El cerebelo (el coordinador del cerebro) se ve afectado. Los movimientos son temblorosos, la sincronización es incorrecta y el equilibrio es frágil.

  • Cómo se manifiesta: marcha con pasos anchos, temblor intencional (la mano tiembla al acercarse a un objetivo), dificultad para realizar movimientos alternativos rápidos, habla arrastrada o escaneada.
  • Lo primero que notan las familias: caídas frecuentes, torpeza en las habilidades motoras finas, cansancio rápido al escribir a mano.

4) Formas mixtas de parálisis cerebral: «más de un patrón a la vez».

La vida real rara vez respeta nuestras categorías. Un niño puede tener espasticidad y distonía al mismo tiempo, por ejemplo. Tratamos el patrón que más limita la función y lo ajustamos a medida que el niño crece.

Otras dos lentes que siempre utilizamos en Cerebral Palsy (porque cambian la planificación)

  • Distribución: ¿Afecta principalmente a las piernas (diplegia)? ¿A un lado (hemiplejía)? ¿O a las cuatro extremidades y el tronco (tetraplejía)? La distribución determina los objetivos, desde el uso de aparatos ortopédicos y el entrenamiento de la marcha hasta la terapia bimanual y la posición sentada.
  • Nivel funcional (GMFCS I-V):
    Una escala práctica que va desde «camina sin limitaciones» (nivel I) hasta «necesita una silla de ruedas para desplazarse» (nivel V). No es un veredicto, sino que nos ayuda a establecer objetivos realistas y útiles: pasos independientes para algunos, traslados seguros y acceso a la comunicación para otros.

Dónde encajan las células madre y los exosomas en estos tipos (breve y sincero)

Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral en Estambul, Turquía
  • En los patrones espásticos, reducir la neuroinflamación y mejorar la conectividad de la sustancia blanca puede suavizar el tono y hacer que la terapia sea más eficaz.
  • En los patrones discinéticos, las mejoras son más lentas; cualquier mejora en el control del tronco/cabeza o la reducción del desbordamiento facilita la comunicación y la alimentación.
  • En los patrones atáxicos, incluso pequeñas mejoras en la señalización cerebelosa pueden traducirse en un equilibrio más estable y menos temblores al realizar esfuerzos.
  • En los patrones mixtos, hacemos un seguimiento del objetivo funcional, no de la etiqueta: transferencias más fáciles, palabras más claras, deglución más segura, menos caídas.

Nada de esto sustituye la rehabilitación de los pacientes con parálisis cerebral. La terapia biológica cambia el entorno; la terapia enseña la habilidad. Cuando ambas se alinean, vemos un progreso que antes parecía inalcanzable.

Síntomas y retos diarios de la parálisis cerebral

Los signos más visibles de la parálisis cerebral son motores (dificultad para caminar, torpeza en el uso de las manos), pero las dificultades ocultas suelen ser mayores: retraso en el habla, babeo, convulsiones, dolor, frustración emocional.

Uno de mis jóvenes pacientes con parálisis cerebral me dijo una vez, a través de un tablero de comunicación: «Mi cuerpo es lento, pero mis pensamientos son rápidos». Esa frase resume la parálisis cerebral mejor que cualquier libro de texto.

Terapia con células madre para la parálisis cerebral: lo que nos dice la ciencia. Experiencia con pacientes reales.

Las células madre no son células mágicas, sino sistemas de apoyo. Liberan factores de crecimiento que calman la inflamación, protegen las neuronas y fomentan nuevas conexiones. La mayor parte del trabajo actual utiliza células madre mesenquimales (MSC) derivadas de la gelatina de Wharton, el tejido blando del interior del cordón umbilical donado tras partos saludables.

Durante la última década, la investigación sobre la parálisis cerebral ha comenzado a ponerse al día con lo que algunos de nosotros hemos observado en la práctica clínica.

Un estudio clínico reciente publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina (NLM) https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10989435/ analizó cómo las células madre de la gelatina de Wharton, el tejido blando que se encuentra dentro del cordón umbilical, pueden ayudar a los niños con parálisis cerebral a moverse con mayor libertad y reducir la espasticidad.

Los datos son preliminares, pero apuntan en una dirección que me parece acertada tras años de trabajo clínico.

He visto estos pequeños cambios con mis propios ojos.

Una niña de siete años con parálisis cerebral apenas podía mantener el equilibrio cuando llegó a nosotros por primera vez. Tras varias sesiones en las que se combinaron células madre de la gelatina de Wharton con exosomas, comenzó a dar pasos vacilantes e inestables, pero eran sus propios pasos.

Otro niño, que nunca había logrado articular palabras claras, de repente comenzó a nombrar colores durante una sesión de terapia. Se podía ver la incredulidad en el rostro de su madre, una mezcla de alegría y lágrimas.

No son milagros ni curas.

Pero son momentos que cambian la forma de vivir de una familia, momentos que convierten lo imposible en casi posible.

Y en nuestro campo, esa diferencia importa más que las estadísticas jamás lo harán.

El recorrido del paciente en la terapia con células madre y exosomas para la parálisis cerebral

El camino de cada niño a través del tratamiento comienza mucho antes de la primera inyección. Comienza con una conversación, no con una lista de verificación.

Cuando llegan las familias, dedico tiempo a escucharlas. Miramos juntos las resonancias magnéticas, hablamos de lo que ha cambiado y lo que no, y, lo más importante, de lo que esperan. A veces, esas esperanzas son sencillas: «Solo quiero que mi hijo se siente sin caerse» o «que diga una palabra con claridad». Ese se convierte en nuestro punto de partida.

Una vez que comprendemos el cuadro médico, elaboramos un plan que se adapta al niño, y no al revés. El número de sesiones, la vía de administración (a veces por vía intravenosa, otras veces en el líquido cefalorraquídeo), incluso los intervalos entre aplicaciones, se determinan en función de las necesidades del niño, y no según una fórmula estándar.

Las células proceden de cordones umbilicales donados tras partos sin complicaciones. Se preparan en un laboratorio con certificación GMP, se examinan y se someten a pruebas hasta que estamos absolutamente seguros de que son seguras para su uso.

Cuando comienza el tratamiento, se lleva a cabo en un entorno médico estéril, bajo una supervisión cuidadosa. Los padres suelen esperar cerca, nerviosos pero esperanzados. La mayoría de los niños toleran muy bien el procedimiento: se sienten un poco somnolientos después, pero se recuperan en cuestión de horas.

Luego viene la parte más importante: la rehabilitación.

La terapia con células madre y exosomas puede abrir la puerta, pero la terapia ayuda al niño a atravesarla.

A veces, los primeros cambios son tan pequeños que solo los padres los notan. Una mano que siempre había estado cerrada comienza a aflojarse. Los ojos empiezan a seguir los movimientos con mayor fluidez. La risa surge con mayor facilidad. He aprendido que estos pequeños momentos, más que cualquier resultado de pruebas, son los que mantienen la fe de las familias.

Les digo: «No busquéis fuegos artificiales; buscad pequeñas luces que aparecen una a una».

Entender los exosomas: los pequeños mensajeros que cambian la conversación

Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral en Estambul, Turquía, cerca de mí.

A lo largo de los años que llevé estudiando las células madre, empecé a notar algo sorprendente: incluso cuando las células en sí mismas no sobrevivían mucho tiempo, los pacientes a veces mejoraban. Eso me llevó a plantearme una pregunta importante: ¿qué era exactamente lo que provocaba la curación?

A veces, después de trabajar con células madre durante años, empecé a preguntarme por qué algunos pacientes mejoraban incluso cuando las células en sí mismas no podían sobrevivir mucho tiempo en el organismo. Eso me hizo pensar que quizá no eran las células las que hacían el trabajo directamente, sino algo que ellas enviaban.

Ese «algo» resultó ser exosomas: diminutas burbujas liberadas por las células vivas que transportan instrucciones químicas y fragmentos de código genético. Viajan por el cuerpo como mensajeros silenciosos, ayudando a que una célula se comunique con otra.

En los niños con parálisis cerebral, donde el daño se encuentra en lo profundo del cerebro y protegido por barreras que la mayoría de los tratamientos no pueden atravesar, esta comunicación se vuelve crucial. Los exosomas son lo suficientemente pequeños como para atravesar esas barreras y llegar a las áreas que aún tienen el potencial de responder.

El cerebro se protege tras una barrera llamada barrera hematoencefálica, que impide el paso de la mayoría de las terapias. Las células madre son demasiado grandes para atravesarla. Sin embargo, los exosomas son lo suficientemente pequeños como para atravesarla y llegar a las zonas que realmente necesitan ayuda.

Una vez que llegan, parecen calmar la inflamación que mantiene al cerebro en un estado constante de tensión. También favorecen la formación de nuevos vasos sanguíneos diminutos, lo que mejora el flujo de oxígeno y nutrientes, e incluso pueden estimular la reconexión de las fibras nerviosas, lo que permite una lenta reconstrucción de la comunicación perdida.

Lo que hace que los exosomas sean tan interesantes para mí como médico es su seguridad. No se dividen, por lo que no pueden formar tumores. Se pueden limpiar, analizar, almacenar y utilizar de una forma que se parece más a enviar una señal biológica que a realizar un trasplante. Todavía es pronto, pero según mi experiencia, su papel no hará más que cobrar importancia en los próximos años.

En nuestra experiencia clínica inicial, las aplicaciones de exosomas han sido seguras y bien toleradas, sin efectos adversos graves, solo fatiga leve o dolor de cabeza temporal.

Seguridad, riesgos e innovación responsable

La gente suele preguntarme: «¿Es seguro?». Y esa pregunta la entiendo mejor que ninguna otra. Yo también tengo hijos y sé lo que significa poner a un ser querido en manos de la medicina.

Por eso nunca recomiendo ningún tratamiento a menos que me sintiera cómodo ofreciéndoselo a mi propia familia. La seguridad no es una casilla que marcar, es la base de todo lo que hacemos. Los laboratorios con los que trabajamos cuentan con la certificación GMP, se comprueba la pureza de cada lote de células madre o exosomas y se realiza un seguimiento exhaustivo de cada paciente después de cada sesión.

Aun así, todo procedimiento médico conlleva cierto grado de riesgo. Con los tratamientos regenerativos, a veces se observan reacciones leves, como fiebre baja, dolor de cabeza leve o cansancio, que desaparecen al cabo de uno o dos días.

Pero existe otro tipo de riesgo: las falsas esperanzas. Este campo avanza rápidamente, y he aprendido a mantener el equilibrio entre el optimismo y la honestidad. Cada éxito nos enseña algo; cada revés nos recuerda que debemos ser humildes. Mi objetivo no es sustituir la medicina tradicional, sino ampliarla, ofrecer una vía de avance cuando la rehabilitación por sí sola ha llegado a su límite.

Progreso realista en la parálisis cerebral: cómo se ve realmente el cambio

Siempre soy sincero con las familias sobre lo que pueden esperar. No se trata de un interruptor que devuelva las cosas a como eran antes. La recuperación es lenta, a veces de forma visible, otras solo perceptible.

He visto cómo manos que solían estar tensas comenzaban a relajarse tras semanas de terapia. He visto a niños que antes evitaban el contacto visual levantar la vista de repente y mantenerla, solo un segundo más. Esos segundos son importantes. Puede que para los demás no signifiquen gran cosa, pero para un padre lo son todo. Son la prueba de que la historia aún no ha terminado.

Abastecimiento ético y de calidad de células madre y exosomas para la parálisis cerebral

Todos los materiales biológicos utilizados en nuestro programa proceden de cordones umbilicales donados tras partos saludables, con el pleno consentimiento de los padres.

El tejido se procesa en instalaciones que cumplen con las buenas prácticas de fabricación (BPF) según las normativas nacionales e internacionales.

Cada lote se somete a pruebas de detección de infecciones y estabilidad genética antes de su comercialización.

Para mí, esto no es un detalle técnico, es una cuestión ética.

A menudo me preguntan cómo equilibramos la esperanza y la ciencia. La verdad es que no es fácil. La medicina regenerativa se encuentra en ese estrecho espacio entre lo que sabemos y lo que creemos que algún día podría ser posible. Por eso me atengo a una regla sencilla: no ofrezco ninguna terapia que no querría para mi propia familia.

La calidad y la seguridad están por encima de todo lo demás. El trabajo de laboratorio, las pruebas celulares, la selección de pacientes… Cada paso debe ganarse la confianza. Es la única forma en que este campo puede crecer sin perder credibilidad.

He aprendido a mantener un optimismo cauteloso. Cada vez que vemos progresos en un niño, lo celebramos, pero discretamente. Porque por cada éxito, hay otro caso que nos recuerda lo mucho que aún nos queda por comprender. Esa humildad forma parte de la ciencia.

Nuestro objetivo no es sustituir la medicina convencional, sino ampliarla. Ofrecer a las familias una salida cuando todas las vías habituales parecen agotarse. A veces eso supone dar un gran paso, otras veces solo uno pequeño, pero para las familias con las que trato, incluso un pequeño paso puede cambiarlo todo.

Conclusión: esperanza basada en la ciencia

Tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral en Estambul, Turquía

La parálisis cerebral no solo cambia el cuerpo del niño, sino también el ritmo de vida de toda la familia.

Las terapias con células madre y exosomas para la parálisis cerebral no pueden borrar el pasado, pero pueden moldear el futuro.

Ofrecen nuevas posibilidades: mejoran el movimiento, el habla y la calidad de vida, a veces de formas que no podíamos imaginar hace una década.

La medicina, en esencia, consiste en devolver la dignidad.

Si un niño puede dar un paso independiente, pronunciar una palabra clara o sonreír con menos esfuerzo, eso es una victoria que vale la pena perseguir.

A medida que avanza la ciencia, sigo guiándome por el mismo principio que tenía cuando era un joven neurocirujano: dar a cada paciente una oportunidad justa de tener un futuro mejor.

Preguntas frecuentes sobre el tratamiento con células madre y exosomas para la parálisis cerebral

¿Existe alguna cura real para la parálisis cerebral? ¿Mi hijo podrá recuperarse por completo?

Esa es la primera pregunta que se hacen todos los padres. La respuesta sincera es: no, todavía no existe una cura definitiva.
La lesión cerebral que causa la parálisis cerebral no desaparece. Pero eso no significa que nada pueda cambiar. Lo que intentamos hacer con la terapia con células madre y exosomas es ayudar al cerebro a funcionar mejor con lo que aún está sano, para que los movimientos sean más fluidos, el habla más clara o los músculos menos rígidos. Algunos niños nos sorprenden; otros simplemente se sienten un poco más cómodos con su propio cuerpo. Ambas cosas son importantes.

¿Qué probabilidades hay de que mi hijo mejore realmente?

Es diferente para cada niño. Algunas familias notan cambios después de la primera sesión: mejor control de la cabeza, mayor facilidad para sentarse, mayor concentración.
Para otros, lleva meses, o el progreso es muy sutil. Lo que vemos con más frecuencia son pequeños avances reales que hacen que la vida cotidiana sea un poco más fácil.
No hay un porcentaje fijo que se adapte a todo el mundo. Lo importante es que la terapia, la rehabilitación y el tratamiento biológico funcionen conjuntamente; es entonces cuando empezamos a ver progresos que parecen significativos, aunque no sean espectaculares.

¿Cuántas sesiones se necesitan normalmente y con qué frecuencia?

La mayoría de las familias comienzan con dos o tres sesiones, con una semana de diferencia entre ellas. Esto le da tiempo al cuerpo y al sistema nervioso para responder.
El plan siempre es individualizado, basado en los resultados de la resonancia magnética, el estado de salud y los resultados del primer tratamiento. Nunca nos precipitamos; un progreso constante y supervisado es más importante que una repetición rápida.

¿Es seguro para los niños pequeños?

Sí, cuando se realiza en un entorno médico certificado con células madre y exosomas seleccionados procedentes de cordones umbilicales sanos.
Los principales efectos que hemos observado son leves y de corta duración: cansancio, fiebre leve o dolor de cabeza durante un día. No se han producido complicaciones graves en nuestra práctica clínica. El verdadero riesgo es elegir una clínica no regulada que no siga las buenas prácticas de fabricación (GMP) ni la ética médica.

¿Cuándo podemos esperar ver cambios y cómo serán?

Normalmente no de inmediato. Los padres suelen notar los primeros signos al cabo de unas semanas: una mano que empieza a aflojarse, una palabra más clara, una cabeza más firme.
El progreso llega silenciosamente, paso a paso, y siempre acompañado de la rehabilitación. Les decimos a las familias: no busquen milagros; busquen pequeñas luces que aparecen una a una.

¿Cuál es la diferencia entre las células madre y los exosomas, y por qué utilizar ambos?

Las células madre son como las células «madre»: liberan señales útiles que calman la inflamación y favorecen la curación.
Los exosomas son pequeños mensajeros que transportan esas señales por todo el cuerpo. Son tan pequeños que pueden atravesar lugares donde las células madre no pueden llegar, incluso la barrera natural que protege el cerebro.
Cuando las utilizamos juntas, las células madre crean la señal curativa y los exosomas la llevan directamente al lugar donde más puede ayudar. Funcionan como un equipo: una habla y la otra se asegura de que el mensaje llegue a salvo.

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